domingo, 20 de mayo de 2007

unreal politik!!!


Hoy La Tercera hace una nota sobre los libros de Andrés Velasco y coloca un extracto de una reseña que escribí para Qué Pasa, cuando yo era mala persona y destrozaba a la esforzada literatura nacional sin darme cuenta de su verdadero valor y sus aportes para componer un campo cultural digno del primer mundo. Subo acá el mencionado comentario, sin el cut & paste que hicieron al citarlo en La Tercera. No sé para qué sirve pero creo -a partir de la inquietante polémica que ha desatado la novela de Sebastián Edwards- no está demás chequearlo como un artefacto espacio temporal perdido en la quinta dimensiónshilena.

“Lugares comunes”, Andrés Velasco. Planeta, Santiago, 2003. 261 páginas.

Hay que tener cuidado con los amigos y las solapas: “Lugares comunes” de Andrés Velasco (1960, economista, columnista top, profesor en Harvard y chileno global) viene refrendada con sendos textos de Carlos Franz, Carla Guelfelbein y Gonzalo Contreras. Los tres recomiendan la novela, sugieren interpretaciones y –con cierto paternalismo- le dan autorización a Velasco para ser escritor.

Lo cierto es que no la necesita. “Lugares comunes” es una obra más arriesgada que los textos de Franz, Contreras y Guelfelbein juntos, un puñado de narradores con oficio pero pocas ideas originales. “Lugares comunes” por el contrario está lleno de esas ideas. Tanto que llega a saturar. La historia: en 1987 dos personajes se cruzan recurrentemente en una farsa ecologista políticamente incorrecta. Ambos están fuera de lugar: un yuppie yanqui, gerente de un banco chileno y un chilenito perdido en USA que es dejado a la merced de aristócratas ecologistas, actrices lesbianas y activistas adictos a las cámaras. En el medio, hay un bosque nativo del Sur de Chile, militares, una musa transcontinental y una trama retorcida y desquiciada sobre miseria o la estúpidez de vivir en el país equivocado.

En todo caso, se trata de un texto tambaleante, a Velasco le faltaron páginas. “Lugares comunes” debió de haber tenido 500 en vez de 250. Sus capítulos son demasiados cortos, las escenas jamás salen del esbozo, su afán por ganar velocidad le hace perder sustancia narrativa. Se pierde en la mitad. Ese riesgo lo comprendió el Tom Wolfe de “La hoguera de las vanidades” que es donde yace el modelo del libro: yuppies, alta sociedad neoyorkina, denuncias del doble estándar de la izquierda liberal. Ahí Wolfe arma una comedia literaria que evita la historieta y trabaja durísimo la historia, superando la sátira. Velasco no pasa de esa. Presenta el chiste sin densificarlo. No lo desarrolla. En términos gruesos “Lugares comunes” es más una sit-com que una farsa culterana. Más “Friends” que Woody Allen. El resultado no tiene demasiado sentido, lógica o profundidad pero sí unos cuantos buenos momentos: un gringo que sólo habla con aforismos de Mao, un par de bromas al arte de Damien Hirst y un policía exigiendo un refrigerador como coima.

Pese -y gracias- a eso, Velasco debería ponerse a escribir en serio. Fuera de toda tradición literaria nacional (salvo próceres tipo Enrique Araya) comprende nuestros modales y modelos culturales: una Disneylandia habitada por exiliados de medio pelo, revolucionarios narcisistas, militares afásicos y patrones de fundo sádicos. El problema es que tiene poca empatía local. Es puro humor ABC1, al que le pesa la academia y su sabiduría global: Velasco es demasiado inteligente y culto, y se encarga por demostrarlo. Aunque a veces se pierde, el texto funciona como literatura menor y comedia liviana, virtud amparada por el ojo/oído del autor, intuitivo como pocos al retratar códigos culturales pop e identidades nacionales patéticas. Un ojo tanto o más efectivo que el de la mayoría de sus amigos escritores profesionales, empantanados como están en la –casi siempre inútil- búsqueda de la frase perfecta.

2 comentarios:

El Beto dijo...

“Cuando estoy deprimido leo literatura chilena”.

Ja!

Creó que voy a guardar eso por un rato…

F. Ortega dijo...

me acuerdo de esa crítica, u8n clasico del bisamaverso. Saludos man y un abrazo